Lucas, sus luchas con la hidra
Sabías que..."Lucas sus luchas con la hidra" es un relato breve del escritor argentino Julio Cortázar (1914-1984) que pertenece al libro "Un tal Lucas" que fue publicado en 1979.
Lucas, sus luchas con la hidra
Ser una hidra
es fácil pero matarla no, porque si bien hay que matar a la hidra
cortándole sus numerosas cabezas (de siete a nueve según los autores o
bestiarios consultables), es preciso dejarle por lo menos una, puesto
que la hidra es el mismo Lucas y lo que él quisiera es salir de la hidra
pero quedarse en Lucas, pasar de lo poli a lo unicéfalo. Ahí te quiero
ver, dice Lucas envidiándolo a Heracles que nunca tuvo tales problemas
con la hidra y que después de entrarle a mandoble limpio la dejó como
una vistosa fuente de la que brotaban siete o nueve juegos de sangre.
Una cosa es matar a la hidra y otra ser esa hidra que alguna vez fue
solamente Lucas y quisiera volver a serlo. Por ejemplo, le das un tajo
en la cabeza que colecciona discos, y le das otro en la que
invariablemente pone la pipa del lado izquierdo del escritorio y el vaso
con los lápices de fieltro a la derecha y un poco atrás. Se trata ahora
de apreciar los resultados.
Ahora que se va poniendo viejo se da cuenta de que no es fácil matarla.
Hm,
algo se ha conseguido, dos cabezas menos ponen un tanto en crisis a las
restantes, que agitadamente piensan y piensan frente al luctuoso fato. O
sea: por un rato al menos deja de ser obsesiva esa necesidad urgente de
completar la serie de los madrigales de Gesualdo, príncipe de Venosa (a
Lucas le faltan dos discos de la serie, parece que están agotados y que
no se reeditarán, y eso le estropea la presencia de los otros discos.
Muera de limpio tajo la cabeza que así piensa y desea y carcome). Además
es inquietantemente novedoso que al ir a tomar la pipa se descubra que
no está en su sitio. Aprovechemos esta voluntad de desorden y tajo ahí
nomás a esa cabeza amiga del encierro, del sillón de lectura al lado de
la lámpara, del scotch a las seis y media con dos cubitos y poca soda,
de los libros y revistas apilados por orden de prioridad.
Pero es muy
difícil matar a la hidra y volver a Lucas, él lo siente ya en mitad de
la cruenta batalla. Para empezar la está describiendo en una hoja de
papel que sacó del segundo cajón de la derecha del escritorio, cuando en
realidad hay papel a la vista y por todos lados, pero no señor, el
ritual es ése y no hablemos de la lámpara extensible italiana cuatro
posiciones cien vatios colocada cual grúa sobre obra en construcción y
delicadísimamente equilibrada para que el haz de luz etcétera. Tajo
fulgurante a esa cabeza escriba egipcio sentado. Una menos, uf. Lucas
está acercándose a sí mismo, la cosa empieza a pintar bien. Nunca
llegará a saber cuántas cabezas le falta cortar porque suena el teléfono
y es Claudine que habla de ir co-rrien-do al cine donde pasan una de
Woody Allen. Por lo visto Lucas no ha cortado las cabezas en el orden
ontológico que correspondía puesto que su primera reacción es no, de
ninguna manera, Claudine hierve como un cangrejito del otro lado, Woody
Allen Woody Allen, y Lucas nena, no me apurés si me querés sacar bueno,
vos te pensas que yo puedo bajarme de esta pugna chorreante de plasma y
factor Rhesus solamente porque a vos te da el Woody Woody, comprendé que
hay valores y valores. Cuando del otro lado dejan caer el Annapurna en
forma de receptor en la horquilla, Lucas comprende que le hubiera
convenido matar primero la cabeza que ordena, acata y jerarquiza el
tiempo, tal vez así todo se hubiera aflojado de golpe y entonces pipa
Claudine lápices de fieltro Gesualdo en secuencias diferentes, y Woody
Allen, claro. Ya es tarde, ya no Claudine, ya ni siquiera palabras para
seguir contando la batalla puesto que no hay batalla, qué cabeza cortar
si siempre quedará otra más autoritaria, es hora de contestar la
correspondencia atrasada, dentro de diez minutos el scotch con sus
hielitos y su sodita, es tan claro que le han vuelto a crecer, que no le
sirvió de nada cortarlas. En el espejo del baño Lucas ve la hidra
completa con sus bocas de brillantes sonrisas, todos los dientes afuera.
Siete cabezas, una por cada década; para peor, la sospecha de que
todavía pueden crecerle dos para conformar a ciertas autoridades en
materia hídrica, eso siempre que haya salud.
Fuentes:
Imagen: https://steemit.com/spanish/@rnunez09/el-mundo-en-un-parrafo-lucas-sus-luchas-con-la-hidra
Texto: "Un tal Lucas" Edit.Alfaguara.
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