Facundo o Civilización i Barbarie en las Pampas argentinas

Sabías que... este texto, también conocido simplemente como "Facundo", fue publicado en 1845 por Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888) cuando se encontraba exiliado, por segunda vez, en Chile.
El autor, presenta la biografía del caudillo riojano Juan Facundo Quiroga al mismo tiempo que relata y analiza la historia argentina reciente desde el lente de la dicotomía "civilización / barbarie".


 Facundo o Civilización i Barbarie en las Pampas argentinas

(Selección de fragmentos)

[...] Lo que por ahora interesa conocer, es que los progresos de la civilización se acumulan en Buenos Aires solo: la pampa es un malísimo conductor para llevarla y distribuirla en las provincias, y ya veremos lo que de aquí resulta. Pero sobre todos estos accidentes peculiares a ciertas partes de aquel territorio predomina una facción general, uniforme y constante; ya sea que la tierra esté cubierta de la lujosa y colosal vegetación de los trópicos, ya sea que arbustos enfermizos, espinosos y compone de dos razas diversas, que, mezclándose, forman medios tintes imperceptibles, españoles e indígenas.

En las campañas de Córdoba y San Luis predomina la raza española pura, y es común encontrar en los campos, pastoreando ovejas, muchachas tan blancas, tan rosadas y hermosas, como querrían serlo las elegantes de una capital.

En Santiago del Estero, el grueso de la población campesina habla aún la quichua, que revela su origen indio. En Corrientes, los campesinos usan un dialecto español muy gracioso. -Dame, general, un chiripá- decían a Lavalle sus soldados.

En la campaña de Buenos Aires, se reconoce todavía el soldado andaluz; y en la ciudad predominan los apellidos extranjeros. La raza negra, casi extinta ya -excepto en Buenos Aires-, ha dejado sus zambos y mulatos, habitantes de las ciudades, eslabón que liga al hombre civilizado con el palurdo.

Por lo demás, de la fusión de estas tres familias ha resultado un todo homogéneo, que se distingue por su amor a la ociosidad e incapacidad industrial, cuando la educación y las exigencias de una posición social no vienen a ponerle espuela y sacarla de su paso habitual.

[...] En las llanuras argentinas no existe la tribu nómade: el pastor posee el suelo con títulos de propiedad; está # jo en un punto, que le pertenece; pero, para ocuparlo, ha sido necesario disolver la asociación y derramar las familias sobre una inmensa superficie.

El desenvolvimiento de la propiedad mobiliaria no es imposible; los goces del lujo no son del todo incompatibles con este aislamiento: puede levantar la fortuna un soberbio edificio en el desierto; pero el estímulo falta, el ejemplo desaparece, la necesidad de manifestarse con dignidad, que se siente en las ciudades, no se hace sentir allí, en el aislamiento y la soledad.

Las privaciones indispensables justifican la pereza natural, y la frugalidad en los goces trae, enseguida, todas las exterioridades de la barbarie.

La vida del campo, pues, ha desenvuelto en el gaucho las facultades físicas, sin ninguna de las de la inteligencia. Su carácter moral se resiente de su hábito de triunfar de los obstáculos y del poder de la naturaleza: es fuerte, altivo, enérgico. Sin ninguna instrucción; sin necesitarla tampoco, sin medios de subsistencia, como sin necesidades, es feliz en medio de la pobreza y de sus privaciones, que no son tales para el que nunca conoció mayores goces, ni extendió más altos sus deseos.

El gaucho no trabaja; el alimento y el vestido lo encuentra preparado en su casa; uno y otro se lo proporcionan sus ganados, si es propietario; la casa del patrón o pariente, si nada posee.

[...] El caudillo argentino es un Mahoma que pudiera, a su antojo, cambiar la religión dominante y forjar una nueva. Tiene todos los poderes: su injusticia es una desgracia para su víctima, pero no un abuso de su parte; porque él puede ser injusto; más todavía: él ha de ser injusto necesariamente; siempre lo ha sido.

[...] Rosas no ha inventado nada; su talento ha consistido sólo en plagiar a sus antecesores y hacer de los instintos brutales de las masas ignorantes un sistema meditado y coordinado fríamente.

[...] Facundo posee La Rioja como árbitro y dueño absoluto: no hay más voz que la suya, más interés que el suyo. Como no hay letras, no hay opiniones, y como no hay opiniones diversas, La Rioja es una máquina de guerra que irá adonde la lleven.

Hasta aquí, Facundo nada ha hecho de nuevo, sin embargo; esto era lo mismo que habían hecho el doctor Francia, Ibarra, López, Bustos, lo que habían intentado Güemes y Aráoz en el norte: destruir todo derecho para hacer valer el suyo propio.

[...] El espíritu de Córdoba hasta 1829 es monacal y escolástico; la conversación de los estrados rueda siempre sobre las procesiones, las fiestas de los santos, sobre exámenes universitarios. La revolución de 1810 encontró en Córdoba un oído cerrado [...]

(Buenos Aires) llevada de este sentimiento de la propia su# ciencia, inicia la revolución con una audacia sin ejemplo, la lleva por todas partes, se cree encargada de lo Alto para la realización de una grande obra. Buenos Aires se cree una continuación de la Europa, y si no con# esa francamente que es francesa y norteamericana en su espíritu y tendencias, niega su origen español [...]

Así educado, mimado hasta entonces por la fortuna, Buenos Aires se entregó a la obra de constituirse a sí y a la República, como se había entregado a la de libertarse a sí y a la América, con decisión, sin medios términos, sin contemporización con los obstáculos. Rivadavia era la encarnación viva de ese espíritu poético, grandioso, que dominaba la sociedad entera. [...]”

 Fuentes:

Texto:  http://servicios.abc.gov.ar/docentes/efemerides/11deseptiembre/descargas/facundo/civilybarbi/facundo.pdf

Imágenes: https://www.canal26.com/historia/de-belgrano-y-rosas-a-sarmiento-y-quiroga-los-parentescos-poco-conocidos-de-la-historia-argentina--367284

 

 

 


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