Memorias del desarraigo. Textos inspiradores
La invasión gringa de José Pedroni 1 Hoy nadie llegaría. Pero ellos llegaron. Sumaban mil doscientos. Cruzaron el Salado. Al cruzarlo, afanosos, lo probaron. Y los hombres dijeron -¡Amargo!- Pero siguieron. En la espalda traían clavados dos ojos de fuego, los de Aarón Castellanos, salteño. Los barcos (uno. . . dos. . . tres. . . cuatro. . .) ya volvían vacíos camino del Atlántico. Su carga estaba ahora en un convoy de carros: relumbre de guadañas; desperezos de arados; hachas, horquillas, palos; algún fusil alerta; algún vaivén de brazos; nacido en el camino, algún niño llorando. El trigo lo traían las mujeres en el pelo dorado. Hojas de viejos libros volaban sobre el campo. 2 ¿Dónde se hallaba el oro, de todos alabado?. El oro estaba en un pequeño árbol; el oro era un engaño; sólo pequeñas flores de oro perfumado. Aromitos floridos, orillas del Salado. 3 Los indios -un indio cada árb...